Para Samsa, la felicidad y la salud están íntimamente ligadas a la forma en que abordamos el desarrollo personal y organizacional. Según él, "las personas felices son más saludables, cargando menos cortisol, la hormona del estrés".
Esta conexión entre bienestar emocional y físico no solo mejora el clima organizacional, sino que también impulsa la productividad y la innovación. Samsa subrayó la necesidad de promover desde temprano la educación sobre felicidad, argumentando que "la felicidad está disponible para todos nosotros en cualquier momento del día", creando un entorno propicio para el crecimiento personal y profesional.
En el contexto educativo y corporativo, esta mentalidad estimula un enfoque proactivo al aprendizaje de idiomas, transformando desafíos en oportunidades para el crecimiento de competencias lingüísticas y profesionales.
Esta actitud no solo fortalece las habilidades comunicativas, sino que también impulsa el éxito organizacional al facilitar la comunicación entre equipos y promover la integración en equipos multiculturales. Esto crea un entorno propicio a la innovación y la colaboración, fomentando la interculturalidad.
Los empleados animados a aprender y experimentar nuevas ideas son más propensos a contribuir de manera significativa a los objetivos organizacionales. Esta cultura de desarrollo contínuo no solo atrae talentos prometedores, sino que también aumenta la resiliencia de la organización frente a desafíos del mercado.
Según Samsa, promover una cultura que valore el aprendizaje continuo no es solo una cuestión de eficiencia operativa, sino también una inversión estratégica para el crecimiento personal y el éxito a largo plazo de las organizaciones.