Disfrutando del beneficio de ser un país de habla inglesa nativa, el Reino Unido no clasifica el idioma entre sus principales desafíos de comunicación. Son los menos propensos a resolver problemas de comunicación con capacitación en idiomas (el 15% de las empresas en el Reino Unido no ofrecen ninguna, en comparación con el promedio mundial del 4%), y en cambio citan una cultura empresarial diversa como el principal beneficio de trabajar con equipos globales. En otras palabras, en ausencia del idioma como impulsor principal de la comunicación, la cultura se convierte en la consideración clave.
Por otro lado, América Latina pone el idioma y la inclusión en el centro de sus objetivos de comunicación. En Brasil, por ejemplo, se informa que la diferencia en la competencia lingüística es un problema mucho mayor que el promedio mundial, mientras que el 42% muestra preocupación de que sus empleados tengan baja moral sin competencia en el idioma principal de la empresa (contra el 29% del promedio mundial).
Para otras regiones, el inglés no es el idioma focal para la comunicación. En Francia, las empresas tienen menos probabilidades de ofrecer capacitación en inglés (el 55% frente al promedio mundial del 79%) y muestran una preocupación por debajo del promedio en torno a las disparidades de competencia. Esto es consistente con la tendencia de que los países europeos se centren en la comunicación desde un ángulo cultural más que lingüístico.