¿Tienen las mujeres los resultados deseados en el nuevo mundo del trabajo?

El proceso de contratación y desarrollo profesional suele reducirse a hechos mensurables: el currículum y los logros. Las competencias humanas que van más allá de lo mensurable se denominan "competencias blandas", un término que trivializa su valor (en oposición a los "hechos concretos") y que a menudo se equipara con lo femenino.

De hecho, las mujeres destacan en "habilidades blandas". Para eliminar los prejuicios del lenguaje, esto significa que se les dan muy bien las personas y las tareas organizativas. Entre las habilidades interpersonales más valiosas que defienden las mujeres está la comunicación. En parte, esto se debe a que las mujeres se comunican sobre todo con la intención de conectar, mientras que los hombres tienden a compartir conocimientos. En un lugar de trabajo dominado por las pantallas, los trabajadores de hoy en día anhelan fundamentalmente la conexión humana a través de la autenticidad, la transparencia y la empatía, todas ellas impulsadas por una comunicación satisfactoria.

Este deseo de conectar es la razón por la que las mujeres son preferidas como líderes por quienes les reportan. En un estudio reciente, muchos afirmaron sentirse más apoyados por las mujeres directivas, incluso en la formación y el desarrollo, y en la creación de valor en su equipo. Asimismo, en otro estudio, las mujeres líderes mostraban competencias más "creativas", es decir, puntuaban más alto que los hombres en relaciones, autoconciencia y autenticidad. Se ha demostrado que los líderes más "creativos" que "reactivos" son más eficaces, lo que supone una ventaja potencial para las mujeres.

A pesar del lenguaje diminutivo, ningún juego de palabras puede minimizar el impacto real de las habilidades "blandas". Las empresas heredadas adolecen crónicamente de culturas de comunicación y colaboración subdesarrolladas, dos áreas clave que pueden hacer triunfar o fracasar a una organización. En una plantilla más equilibrada entre hombres y mujeres, estos riesgos críticos para la empresa se reducen y sitúan a las mujeres como las poderosas comunicadoras y colaboradoras que toda empresa necesita.

Un punto de referencia de la equidad y la inclusión en el trabajo es el desarrollo profesional. Las oportunidades de aprendizaje que se ofrecen a los empleados deben permitir que todos tengan las mismas posibilidades de desarrollo profesional.

Para complicar las cosas, el género también desempeña un papel en cómo aprendemos. Una tendencia clave en el aprendizaje de adultos sugiere que los hombres son reacios a participar en el aprendizaje informal, especialmente en entornos de grupo. Del mismo modo, es más probable que las mujeres participen en actividades y aprendizajes "extracurriculares" o no obligatorios. Dado que los programas de formación y las oportunidades de aprendizaje de las empresas son cada vez más no formales y sociales, esto podría poner en desventaja a los hombres, que han demostrado estar más orientados a la consecución de objetivos.

Por el contrario, la verdadera área de peligro para las mujeres en la formación corporativa son las limitaciones impuestas al acceso a las oportunidades de aprendizaje. Por ejemplo, la formación en inglés para adultos destinada a las mujeres parece estar en declive, lo que las coloca en desventaja en multitud de situaciones.

Cuando se les da la oportunidad de aprender y desarrollarse, es más probable que las mujeres la aprovechen. El reto para las organizaciones será garantizar la disponibilidad de esta formación para todos sus empleados.

Recientemente informamos sobre la importancia que tiene para las empresas adoptar prácticas de IA como un esfuerzo de equipo. Al mismo tiempo, sólo el 35% de las mujeres se sienten cómodas con el uso de la IA, frente al 54% de los hombres. En general, las mujeres se sienten más inseguras sobre el impacto de la IA en sus trabajos, lo que revela una inseguridad profesional a la que los hombres no suelen enfrentarse.

Esto podría convertirse en un obstáculo para las mujeres en sus carreras. No estar preparadas o no estar dispuestas a utilizar las nuevas tecnologías supone un riesgo para la inclusión a largo plazo de las mujeres en el lugar de trabajo.