El reto
Diversey tenía varios proveedores de programas de formación en idiomas en diferentes regiones, lo que significaba una falta de consistencia en la calidad, el coste, la facturación y el seguimiento del ROI de los programas. Los gerentes de recursos humanos no fueron capaces de identificar las necesidades de formación en idiomas del personal y, a menudo, ofrecieron formación como un beneficio en lugar de como una inversión estratégica.
Diversey necesitaba nuestro apoyo para centralizar de manera rentable la formación en idiomas e identificar las necesidades lingüísticas del negocio, dando prioridad a los empleados en puestos de atención al público, seguidos de aquellos en puestos globales que requieren comunicarse en inglés. La empresa necesitaba urgentemente definir las necesidades del negocio y comunicarlas a toda la organización.
En este caso de éxito, exploramos cómo la centralización de la formación en idiomas redujo los costes y transformó la comunicación, lo que se tradujo en mejores relaciones locales y globales.